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Ancla 1

MONSTRUOS Y MÁSCARAS

2021

Salamanca, Palencia y Granada

Video - arte

Este es un espacio de condena.

Pero no de una condena entendida como la del fuego eterno si no como la condena de existir. Porque al fin y al cabo es una obligación o como dirían mis amigues, un regalo envenenado. Y no hablo de que la vida no sea algo bueno si no de que cosas como levantarse cada día para algunes es ya es una pesadilla.  No es una perspectiva derrotista del mundo si no otra realidad que quizás tú puedas compartir conmigo. Yo me veo reflejada en cada una de las imágenes de este lugar porque mis días son como ellas.

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Autorretrato

2021

Salamanca

Fotografía Analógica

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Serie de instantáneas

2021

Salamanca

Fotografía instantánea

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MANIFIESTO

La expresión “un minuto de silencio” tiene origen en el uso de la pausa como símbolo de culto en el Imperio Romano. En el año 1770, tras el descubrimiento de Pompeya, el ingeniero Roque Joaquín de Alcubierre realizó un proyecto de excavaciones cerca de la ciudad vulcanizada que le hizo llegar hasta un relieve con descripciones rituales. En honor a los soldados caídos y a les niñes y mujeres asesinadas durante las conquistas del Imperio, se realizaba el rezo a través del silencio. Podría parecer que es un concepto reciente, existen leyendas que lo datan tras la I Guerra Mundial pero los estudios afirman que al igual que el origen de casi todas las costumbres occidentales, se inició en la Roma Antigua. La única diferencia con la actualidad es que el tiempo que se dedicaba a las víctimas duraba una hora y no un minuto, de ahí el término latín de “hora silentii”. Siempre me ha resultado llamativo que sigamos utilizando ciertos conceptos y cómo su significado es potencialmente más simbólico a lo largo de los siglos. Cada vez que se conmemora un acontecimiento trágico se guarda luto dejando a un lado lo sonoro. Somos atravesados por manifestaciones corporales como las lágrimas, las expresiones faciales o el uso del color negro; sin embargo, la voz y los gritos de agonía van hacia dentro. De forma habitual se percibe como una representación de respeto hacia los difuntos y las familias de estos, pero ¿Y si no lo fuera? ¿Alguna vez hay un verdadero silencio o el hecho de callar es en sí mismo una excusa para no oír el sufrimiento? ¿Qué pasaría si comenzáramos a escuchar las voces de les afectades que aún están en pie? Existen factores que dificultan la resolución de estas cuestiones, síntomas contextuales de una predilección de lo que se asume como correcto. La legitimidad de las palabras no solo se basa en a quién se le presta atención, sino que también es fundamental saber estructurar bien el lenguaje. Esto implica un acontecimiento altamente excluyente para los que carecen de recursos en el desarrollo de su vida académica. Está claro que si algo está “bien dicho” se asimila que es certero como los datos aportados al inicio del ensayo (líneas 1-9) que son pura ficción.

Una herramienta para enfrentarse a estos factores es el concepto de origen freudiano “atención flotante” que pone en juego la escucha activa teniendo en cuenta los siguientes puntos: supresión de prejuicios, colocación de todas las experiencias y emociones a un mismo nivel y ruptura de la hegemonía sea cual sea el contexto. No obstante, por muy sugerente que sea, este recurso no es sencillo de aplicar ya que lo que sucede alrededor de una persona tiene implicaciones muy poderosas, a veces quedamos marcados por cosas en las que ni siquiera reparamos. El ser humane tiene la capacidad de almacenar: ideas, recuerdos, deseos o miedos y encerrarlos en una cárcel llamada inconsciente; un problema imposible de evitar que surge en el momento en el que partimos de un lugar de enunciación determinado por la identidad, es decir, siempre.

En la práctica del psicoanálisis se estudia este suceso denominado represión, término producto de un rechazo del sujeto hacia acontecimientos de su propia memoria que no puede eludir y colecciona en la psique. Cuando lo que oscila alrededor de alguien influye de forma externa e interna sin que se dé cuenta, este será víctima de un condicionamiento que controla sus verdaderos estímulos y provoca una *pulsión. Se puede desglosar esta idea a través de un ejemplo que también atañe a la esfera de la psicología: el efecto Pigmalión, originado cuando las expectativas (positivas o negativas) de los demás afectan a un individuo sin ser consciente de ello.

Pero no solo se basa en un pensamiento de idealización o degradación de una persona sobre otra, también cuenta con una gran carga de performatividad corporal (los gestos, la dirección del tono y de la mirada) que puede ser crucial en la percepción que adquiramos de nosotres mismes. Desde una posición de autoridad como puede ser la de un adulte frente a la de un niñe es probable que se silencien voces del futuro sin ser esa la intención. A través de este efecto es posible desarrollar una vibración represiva que constantemente rebote en la cabeza diciendo: “¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!”, producto de una desvalorización inculcada de un modo complejo y progresivo. Es entonces cuando nace la frustración ¿Cuánto tiempo se es capaz de soportar? “¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!” una vez quizás; “¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!” dos; “¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!” tres; “¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!”. En una sociedad hetero patriarcal de origen colonialista “¡Cállate!” donde la represión incide directamente, el foco de atención no está entre los grupos marginales “¡Cállate!”, por tanto, podríamos clasificar dos tipos de sujeto: el que tiene voz y el que no “¡Cállate! ¡Cállate!”. El que tiene voz especula, juega, indaga y el que no, se dice a sí misme “¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!”. Sin embargo, después de haber aceptado ser prisionere durante mucho tiempo, casi instintivamente logra romper los muros del silencio. Accede a nuevas dinámicas del discurso que usualmente son tachadas de radicales o rebeldes. Se da cuenta de que no sirve de nada mantenerse a merced de un condicionamiento adquirido, arrasa paredes de hormigón y destruye lo que otros y él mismo han construido a su alrededor. Por tanto, puede oler, observar, degustar, tocar y escuchar desde otro lugar. A veces entre esta compleja red de influencias hay celdas que contienen más celdas. En estos casos una solución podría ser llenar los pulmones de aire y deshacerse de todos los muros, pero personalmente considero que es mucho más sencillo derribarlos si las voces se unen en sintonía y gritan “¡Cállate tú!”. 


*Pulsión: impulso o fuerza interna que lleva a un sujeto a actuar con el objetivo de silenciar o calmar una tensión psíquica.

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